jueves, 26 de diciembre de 2019

Las glaciaciones que hiceron posible el juego de la Oca.


En la última entrada hablamos de los patos silbadores como el linaje vivente de anátidas más antiguo. Aunque ahora tocaría hablar de las malvasías y después de los ánades, pero hay una historia que no puedo esperar a contar. Es la historia del Patito Feo, o al menos en parte, ya que incluye a los gansos y a los cisnes.

El Patito Feo real, antes de que llegaran Las Divinas y Las Populares para manchar el nombre de los Anserinae para siempre. Irónicamente, muchas especies de este linaje entonaron el "Nadie Pasa de Esta Esquina" durante las glaciaciones del Pleistoceno, en las que poblaciones enteras quedaron completamente aisladas. Ahora lo veréis...

El ancestro común de gansos y cisnes ellos vivió en el hemisferio Norte hace 20 millones de años (había llovido un poquito desde el Cretácico), y actualmente, todas las especies lo hacen en este hemisferio salvo dos raros tocapelotas: el cisne coscoroba y el ganso cenizo, habitantes de Sudamérica y Australia respectivamente. Curiosamente, estas dos especies son una excepción aún más alucinante, y es que divergieron antes de que gansos y cisnes se separaran. Vamos, que no son ni una cosa ni la otra.


Una de las anátidas de aspecto más raro que existen, el ganso cenizo (Cereopsis novahollandiae)


Y por otro lado, uno de los de aspecto más simple para lo raro que es en realidad. El cisne coscoroba (Coscoroba coscoroba)

Pero los que nos interesan son los del Hemisferio Norte. Allí, dejando ya de lado a los cisnes, tenemos que los "gansos" se dividen en dos grupos claramente diferenciados: Los Branta y los Anser, las barnaclas y los gansos. Esta separación sin remedio tuvo lugar hace unos 9.5 millones de años. Sin embargo, la verdadera diversificación de estos grupos no llegó hasta más tarde, cuando la Tierra comenzó a sufrir sucesivas glaciaciones con sus correspondientes períodos interglaciares. Estas dinámicas unidas a la aparición y expansión de nuevos hábitats buenos para criar (tundra) o pasar el período frío (praderas al Sur), dieron lugar a una radiación evolutiva tremenda. Por otro lado, otras poblaciones se mantuvieron en zonas libres de hielo... ¡dentro de las propias zonas heladas! Imaginad la fantasía evolutiva que provocaron estos procesos .


Representación de la evolución de gansos y barnaclas (Anser y Branta), donde se puede ver la diversificación posterior en cada grupo. Obtenido y modificado de Ottenburghs et al., 2016.

Por resumir y comentar un poco, las barnaclas carinegras, tan fáciles de ver en la invernada del Norte (por ejemplo en Santoña) constituyen el grupo más basal dentro de Branta. Le sigue la barnacla cuellirroja, que nos pilla un poco más lejos, ya que cría en Siberia. En Norteamérica, las barnaclas canadiense, de Hutchins y cariblanca forman un clado propio, hermano de una de las anátidas más singulares que tenemos: el nené. ¡Un ganso endémico de Hawaii! De hecho, estas avanzadillas de barnaclas canadienses a las islas dieron lugar a varias especies en Hawaii, de las que solo sobrevive esta. (Por si te lo preguntabas, sí, nos las cargamos los Homo sapiens).


A la izquierda, Branta sandvicensis o nene, la única especie superviviente de las que se originaron en Hawaii a partir de colonizadores de barnacla canadiense Branta canadiensis, a la derecha, hace menos de medio millón de años.

Por otro lado, la barnacla cariblanca, parte de este compendio de Branta, merece una mención especial, aunque solo sea por dónde crían. No solo lo hacen en los lugares más remotos del globo, sino también en sitios más raros incluso que ellas, de los que no es tan fácil saltar si eres un pollo... o sí:


Por su lado, los ánsares (Anser spp.) parecen menos interesantes después de todo esto. Aquí el que se llevó casi todo lo guay es el más basal del grupo: el ánsar indio (Anser indicus), capaz de migrar a más de 7000 metros a través de la cordillera del Himalaya. Es capaz de hacer esto gracias a unas modificaciones especiales en su hemoglobina, más afín por el oxígeno que otras, así como mayores pulmones, adaptaciones necesarias para unas condiciones de viaje tan asquerosas. Sí queréis saber más sobre esto en este artículo explican todo mucho mejor que yo.

Ánsares indios. Las aves que migran a mayor altura.

Nuestros ánsares invernantes de Doñana o Villafáfila, tendrían que esperar unos millones de años más (2 para ser "exactos") para empezar a funcionar, como lo hiceron el campestre o el piquicorto.

Y con esto me despido, aunque haya quedado más largo de lo normal. ¡Espero que os haya gustado!


Referencias

González, J.; Düttman, H.; Wink, M. "Phylogenetic relationships based on two mitochondrial genes and hybridization patterns in Anatidae". Journal of Zoology, 2009, vol. 279, no 3, p. 310-318.

Paxinos, Ellen E., et al. mtDNA from fossils reveals a radiation of Hawaiian geese recently derived from the Canada goose (Branta canadensis). Proceedings of the National Academy of Sciences, 2002, vol. 99, no 3, p. 1399-1404.

Reilly, John. "The Ascent of Birds: How Modern Science is Revealing their Story". Pelagic Publishing, Exeter, UK, 2018.




martes, 22 de octubre de 2019

Del meteorito al cable del teléfono: Patos que silban.

En la última entrada, hablé del Vegavis iaai y lo que significó su hallazgo. Resumiendo, que toda ave que vuela hoy, probablemente tuvo su origen antes de que los dinosaurios que salen en Jurassic Park se fueran a la mierda. Esto no quiere decir que ya hubiera gallinas saliendo de cañas con los velocirraptores, sino que los bichos que acabarían dando lugar a ellas después de millones de años ya estaban por ahí. Pero he dicho que íbamos a hablar de patos, así que vamos allá.

Los patos, o más bien sus ancestros, también aprovecharon la extinción masiva del Cretácico para rellenar todos los huecos que quedaron vacíos, protagonizando lo que se llama una radiación adaptativa. Todo ese jaleo, con el paso del tiempo (mucho tiempo) acabó dando lugar a los linajes de patos que conocemos hoy. Grosso modo y simplificando hasta un punto casi ofensivo para la biología, tendríamos los patos raros, los patos patos y los gansos y cisnes.

Con la extinción de la mayoría de los dinosaurios, muchos nichos ecológicos (algo así como el "trabajo" de cada ser vivo, simplificándolo mucho y mal) quedaron sin realizar, cosa que aprovecharon las aves para diversificarse en un montón de formas distintas, muchas de las cuales han llegado con más o menos modificaciones hasta nuestros días.

Vamos a empezar por esos patos raros, que son de hecho los más basales (o dicho de otro modo, los más "viejos" sobre el planeta, los que más tiempo llevan). Los ingleses los llaman "whistling ducks", la ciencia "Dendrocygninae", y en español, yaguasas, pijijes o más fácil y descriptivo: patos silbadores. Este nombre se debe a los sonidos que emiten, similares a un silbido. Pero esta no es su única característica destacable. Son patos que acostumbran a percharse (o sea, a posarse en ramas, postes...), cosa rara entre los demás anseriformes y presentan un cuello y patas inusualmente largos.

Resumen esquemático de las relaciones entre las distintas subfamilias de anátidas (patos s.l.). Los patos silbadores ocupan una posición basal, apareciendo antes en la evolución. Los demás los iremos viendo...

Dendrocygna autumnalis, posado sobre un cable de la luz. Si ya eran raros, con esto ya te cagas. Estos patos tienen la costumbre de percharse sobre ramas (o lo que se les ponga por delante).

En el siguiente vídeo se puede ver a una familia de Dendrocygna viduata emitiendo los sonidos típicos de este grupo. En él se puede ver también el carácter social de los patos silbadores cosa común a la mayoría de anátidas.


Con esto finiquitamos el primer gran grupo de anátidas, aunque sea de manera muy resumida. En la próxima entrada hablaré de las malvasías, y de por qué los patos tienen pene, que a priori es más interesante.

Bibliografía

González, J.; Düttman, H.; Wink, M. "Phylogenetic relationships based on two mitochondrial genes and hybridization patterns in Anatidae". Journal of Zoology, 2009, vol. 279, no 3, p. 310-318.

Reilly, John. "The Ascent of Birds: How Modern Science is Revealing their Story". Pelagic Publishing, Exeter, UK, 2018.